FECHA: 06 – 10 – 2022
RUTA: ATH – BUD
VUELO: A3878
ASIENTO: 14F
NAVE: Airbus A320
En mi último viaje a Europa, estuve un par de días en Atenas y, después de conocer todos los básicos de la capital griega, era hora de emprender el rumbo a mi siguiente destino. En este caso, volé a Budapest, en la aerolínea bandera de Grecia, nuevamente.
Estaba hospedado en el centro de la ciudad y el aeropuerto de la capital está sumamente lejos, pero se puede realizar el viaje en Metro, pagando un ticket especial. Toma alrededor de una hora, toca bajarse en la última parada de la línea azul y esperar en el andén hasta que llegue otro tren que realiza el último tramo, hasta la terminal aérea. Pasa cada media hora, aproximadamente. A lo que llegue faltaban 24 minutos para que llegue, lo que me demoró considerablemente.
Hice el check in online por lo que, al llegar, solo imprimí el pase en los quioscos automáticos y fui a la puerta de abordaje, que estaba cruzándose toda la terminal del área Schengen. Llegué con la hora, justo para tomar un bus que nos llevó hasta la aeronave. Tengo una suerte terrible para que me toque el embarque de esta manera. Estuvo totalmente demorado, desorganizado y partimos con casi una hora de retraso.
El avión era un A320, clásico de la flota de Aegean para rutas internacionales cortas, con el livery antiguo. Está ok pero no tiene Wi-Fi ni puertos USB. El A321 NEO que volé para llegar a Atenas desde Lisboa es bastante más moderno y cómodo.
En este caso, me tocó un asiento de ventana con el medio libre, lo que estuvo muy bien. Lo que no estuvo tan bien fue la bebé con pulmones mutantes sentada detrás de mí, que literalmente lloró todo el despegue y todo el aterrizaje también. En fin.
Entrado el despegue inició un servicio completo de almuerzo. Era una pasta mediterránea con una barra energética y se podía pedir la opción común o vegetariana. Estoy tan acostumbrado a que en los vuelos europeos intercontinentales no te den ni agua, por lo que me pareció increíble contar con esta comida. Debo decir que, en cuanto a comidas de avión, fue una grata sorpresa lo buena que estuvo, sobre todo por las aceitunas griegas que le pusieron, que son de otro nivel.
Sin más, intenté dormir un poco (hice bastante sightseeing en la mañana y estaba algo cansado). El aterrizaje en Budapest fue casi 50 minutos tarde. El aeropuerto de la capital húngara es moderno y agradable, pero los vuelos Schengen y no Schengen comparten espacio en la terminal, por lo que dar con la salida adecuada es algo confuso.
Una vez fuera, decidí hacer un pequeño splurge y me fui en shuttle hasta mi hotel, en lugar de tomar un bus que te lleva a la parada de metro y se demora más de una hora. Solo me costó $14,5, que no me parece mal precio.
Después de dos vuelos con Aegean, tengo que decir que me sorprendió el excelente nivel de la aerolínea. Son años y años que tantas empresas de aviación minimizan y abaratan la experiencia abordo, sobre todo en Europa, donde las low costs se han encargado básicamente de desaparecer el modelo legacy, por lo que saber que todavía existe una aerolínea que lo mantiene fue totalmente satisfactorio e inesperado. En particular en el vuelo “largo” que tomé desde Lisboa, contar con entretenimiento a bordo, revista, Wi-Fi, Air Mall, puertos USB y servicio de alimentos completo fue como estar en otra realidad. Espero que sigan así y volver para probar más de su excelente producto economy.