FECHA: 31-12-2019
RUTA: SCl – PTY – UIO
VUELOS: CM118, CM152
ASIENTOS: 23A – 25D
NAVE: Boeing 737 – 800
Este pasado diciembre tuve unos días libres del trabajo y los aproveché para visitar Chile, un destino que tenía en la mira desde hace tiempo. Tuve cinco días para conocer Santiago y sus alrededores, antes de volver a Quito para el año nuevo.
Tome el autobús exprés al aeropuerto, que pasaba justo afuera de mi hotel, alrededor de tres horas antes del vuelo. Fue un recorrido un poco extraño y me tocó ir de pie todo el trayecto. Algo así como un bus de línea. Estaba repleto y la verdad no sé por qué el conductor me dejó subir. Sin embargo, fue súper veloz, sin nada de tráfico y llegué al aeropuerto con más de dos horas y media de anticipación.
En el counter de Copa, migración y seguridad no hice nada de fila por lo que me encontré con más de dos horas de tiempo antes del abordaje, que aproveché para gastarme mis últimos pesos, comer algo, pasear por las terminales y hacer spotting.
A la hora de abordar fui uno de los últimos, pero estuvo bien. En mi fila el asiento del medio fue libre, genial en este vuelo de más de seis horas. Me gustó también que el Wi-Fi del aeropuerto sirve dentro del avión (en Galeão de Río de Janeiro también pasa).
El 737-800 fue exactamente igual al que me trajo, con el mismo contenido de IFE y el mismo espacio entre asientos. El vuelo fue lleno en un 70%.
El servicio empezó algo tarde, como dos horas después del despegue. Las opciones fueron exactamente las mismas que las ofrecidas en mi vuelo de Copa a México a inicios de mes: Carne con puré o pasta marinara. Me decidí por la pasta y estuvo aceptable para comida de avión, aunque algo escasa. Inmediatamente después del primer servicio pasaron bebidas otra vez.
El recorrido fue prácticamente sin turbulencia y como no estaba nada cansado, pasé la mayoría del tiempo viendo el IFE y cargando mis dispositivos en el puerto USB que tienen las pantallas.
Una hora exacta antes de aterrizar los tripulantes pasaron un segundo servicio de sándwich mixto y bebidas. Fue un vuelo tranquilo y el tiempo se me pasó súper rápido.
En Panamá tuve una escala de dos horas y di un paseo por las terminales. El abordaje fue en una puerta de embarque que estaba a una distancia considerable, pero estuvo bien. Este inició con la hora y fue sorprendentemente veloz para un vuelo a Quito.
Originalmente, reservé mi asiento en la décima fila, pero lo cambiaron involuntariamente a la 25 y solo me di cuenta cuando vi el pase de abordar impreso. La encargada me explicó que esto es una ocurrencia común y se ofrece un lugar en las primeras filas a pasajeros con status en la aerolínea, sin importar que quien lo reservó sea cambiado. En fin, al menos no me ubicaron en un asiento de la mitad. El vuelo estuvo lleno casi al 100% y nuevamente, en uno de los 737- 800 viejos sin IFE individual.
El despegue fue algo turbulento pero el avión se estabilizó cuando alcanzamos los 10 000 pies. Casi de inmediato bajaron las pantallas para reproducir unos skits de comedia. Esto me pareció un poco raro. Son años que algo así no pasa y las pantallas permanecen cerradas durante todo el viaje, después del video de seguridad. Espero que lo mantengan, es mejor que nada.
El servicio empezó unos minutos después. Tal vez porque era uno de los últimos vuelos del año ofrecieron una comida completa, en lugar de un snack que es lo común. Las alternativas eran pasta marinara o pollo con vegetales, las mismas opciones que en el vuelo de ida. Asumo que limitar las opciones del menú es otra forma de economizar operaciones. Escogí el pollo. El resto del trayecto se desarrolló sin novedad y el aterrizamos con la hora.
Aunque puede parecer que realizar un viaje al cono sur en esta aerolínea complica las cosas innecesariamente, Copa, con sus cortas conexiones, hasta cinco vuelos diarios desde Quito, buenos costos (varias veces es la opción más barata y si otra aerolínea lanza una oferta, usualmente la igualan o mejoran) y una operación eficaz, sin duda es una excelente alternativa si hay que viajar a cualquier destino de las Américas, incluso si toca “subir para bajar”.
