Este diciembre pasado, regresando de Buenos Aires, tuve una escala de alrededor de 11 horas en Bogotá. Seleccioné mi vuelo de esta manera a propósito para poder salir y dar una vuelta en la capital colombiana. Si la logística lo permite, siempre prefiero optar por una escala larga y “sumarle” un destino adicional a cualquier viaje. En este caso fue excelente para visitar los ‘grandes éxitos’ de esta ciudad rápidamente, los traslados fueron sumamente sencillos, tuve más que tiempo suficiente para hacer todo lo que me propuse y hasta terminé en el cine.
Mi vuelo aterrizó a eso de las 11:00 am. El trámite de migración para salir del aeropuerto fue bastante rápido. He escuchado que te cobran un impuesto al salir, pero le informé de mis planes al agente y no pagué nada (no sé si lo sigan cobrando).
Desde el área de recolección de equipaje hay casas de cambio, pero mientras vas saliendo, la tasa mejora. Cambié unos dólares por pesos afuera del aeropuerto y tomé un taxi a Monserrate. El Aeropuerto El Dorado está dentro de la ciudad, por lo que el transporte no me costó ni $10.
El cerro de Monserrate es uno de los imperdibles de Bogotá, con un teleférico, un mirador con vistas impresionantes del centro, una iglesia, dos restaurantes y una especie de mercado artesanal. Tuve la buena fortuna de tener un día despejado y sin mucha gente. Es una visita obligada pero no creo que se necesita más de una hora para conocer todo lo que ofrece.
Luego de bajar en el teleférico fui caminando a Plaza de Bolívar. Hacer este trayecto a pie es bueno para ver más del centro, las calles están bien señalizadas y todo el recorrido no creo que me tomó más de 30 minutos. La Plaza es uno de los espacios más emblemáticos de Bogotá. Di una vuelta, hice unas fotos y entré a la Catedral.
Algo que me gusta de esta ciudad es que mucho de lo más importante para conocer está relativamente cerca, por lo que se puede recorrer a pie, sin problema. Después de Plaza de Bolívar di una vuelta en La Candelaria y entré al Museo Botero y Museo del Oro, los dos en el Complejo Cultural del Banco de la República.
Algo que me encantó de estos lugares, además de que su entrada es gratis, es que muestran grandes obras, ambos están conectados, no te cobran por tomar fotos y no son muy grandes, por lo que la visita no se siente abrumadora, que es algo que me suele pasar en los museos de Europa o NYC. Me hizo mucha gracia ver cuadros de Quito en el Museo del Oro.
Cuando finalicé la visita, ya eran las 17:00, por lo que pedí un Uber (Plaza Bolívar tiene Wi-Fi gratis, por si no compraste una tarjeta SIM) a Atlantis Shopping, donde está el Hard Rock Cafe, que en verdad quería visitar (colecciono sus camisetas).
Como mi vuelo salía casi a la medianoche y, la verdad, no tenía mucho más que hacer, aproveché para entrar al cine (vi ‘Spiderman – Into the Spiderverse’ que aún no llegaba a los cines de mi país). Al salir, tomé un taxi de vuelta al aeropuerto y tuve el tiempo perfecto para realizar los controles migratorios y de seguridad.
Mi visita exprés a Bogotá se desarrolló sin inconvenientes y todo fluyó. Aprecio mucho que la capital colombiana no es muy costosa y tienes todas las facilidades para conocer lo más importante en un período corto. Salir a la ciudad es en verdad la mejor forma de pasar un layover largo.