Fecha: 31/05/2024
Ruta: MAD – OPO
Vuelos: FR5482
Asientos: 30C
Nave: Boeing 737 – 800
En mi viaje más reciente a Europa, traté de visitar la mayor cantidad de destinos dentro del territorio Schengen y, la última parada antes de volver fue una visita a Oporto. Estuve en Lisboa en 2022 y en verdad me encantó la ciudad, por lo que, en esta ocasión, conocer más de Portugal era algo que en verdad quería hacer.
Para este tramo, tomé un vuelo ultra low cost en Ryanair, la empresa de aviación más controversial y odiada de Europa, que, obviamente, ofrecía la tarifa más baja. De hecho, los horarios no estaban tan malos y, como es un vuelo tan corto, me pareció una buena alternativa. Volé con ellos desde Budapest hacia Madrid hace unos años y la experiencia fue tolerable, por lo que, en este caso, la elección era evidente.
Con Ryanair todo cuesta aparte y lo único que te garantizan es un asiento y una mochila pequeña. Realicé el check in 24 horas antes, sin ningún inconveniente. Puedes llevar el boarding pass en el celular, sin problema.
El día del viaje hice el trayecto desde la ciudad al aeropuerto con unos amigos en metro. Hay que comprar un ticket especial que cuesta alrededor de 8€, más caro que ir en RENFE, pero llega a la T1, que es desde donde opera esta aerolínea, aunque lo hace desde las áreas más recónditas de esta terminal y hay que caminar bastante para llegar a la sala de embarque.
El vuelo partía entrada la noche y se retasaba una y otra vez. Cambiaron la hora de despegue en los monitores repetidamente, lo que fue increíblemente frustrante, sobre todo porque el avión estaba estacionado frente a la sala. A la final, embarcamos con más de una hora de retraso.
El abordaje fue por gradas y, a pesar de todo, fue relativamente ágil. La tarifa que pagué solo me permitía una mochila y, afortunadamente, no la pesaron. No pagué la selección de asientos y, enhorabuena, me ubicaron en un asiento de pasillo, aunque fue en las últimas filas.
La cabina del 737 – 800 de Ryanair me parece tan peculiar. Los asientos son sin reclinación, pero el legroom es bastante generoso. La tarjeta de seguridad está pegada en el asiento del frente y cuenta con un QR para comprar alimentos, bebidas o alguna fragancia.
El trayecto a Oporto tan solo toma 50 minutos, por lo que la cabina, con sus limitaciones, es tolerable. Cuando llegamos, el desembarque, otra vez, fue por gradas. Ya era casi la medianoche a lo que arribamos, por lo que el metro para llegar a la ciudad propiamente estaba cerrado. Tocó tomar un tren ligero y caminar al hotel. No estuvo tan mal.
Ryanair es lo que es. Básicamente, te garantizan un asiento y nada más. Muchas veces las tarifas son irresistibles, tienen excelentes conexiones y permiten que más gente vuele, lo que siempre es bueno.