Este pasado diciembre, volviendo de Montevideo a Quito, tuve una escala de alrededor de 12 horas en Lima durante el día y aproveché para salir a la ciudad y dar una vuelta. Hay muchas personas que detestan este tipo de viajes con largas horas de espera, pero personalmente, me parece que pueden ser un fabuloso añadido para “sumar” un destino de la forma más sencilla posible a un viaje y, en este caso, nada costosa. La logística me permitía una visita satisfactoria para ver algo de lo más popular de la capital peruana. La verdad tuve tanto tiempo que hasta terminé en el cine.
Con el cambio de horario, el vuelo desde Montevideo aterrizó pasada las 10:00. El trámite de migración fue terrible y sumamente demorado, con pocos agentes y varios vuelos a la vez. Me da pena que ya no sellen el pasaporte. Siempre me gusta coleccionar sellos en este documento y el de Perú era uno de los mejores, con la marca país. En fin.
Un excelente beneficio del Jorge Chávez es el Lima Airport Express, un autobús que parte desde aquí y te lleva al distrito de Miraflores. Los tickets se compran en un quiosco antes de salir de la terminal, aceptan todas las tarjetas y el recorrido ida y vuelta apenas cuesta $8. Es en verdad una gran alternativa y creo que está pensada específicamente para que personas con escalas largas, como yo, salgan a la ciudad en lugar de quedarse deambulando en el aeropuerto.
Los autobuses parten cada hora, desde las 07:00 hasta las 22:00 y el recorrido hasta el hotel Marriott, que es la última parada, toma cerca de una hora. Debo decir que los vehículos son bastante cómodos, con Wi-Fi, aire acondicionado y puertos USB. Cada asiento tiene folletos con cupones promocionando actividades turísticas en la ciudad y en todo el Perú.
Estaba algo cansado de la madrugada, por lo que traté de dormir una buena parte del recorrido. El caótico tráfico de la ciudad hizo que el trayecto tome más de lo esperado y me bajé en la última parada, frente al centro comercial Larcomar, a eso del mediodía.
Esta plaza, ubicada en pleno Malecón de la Reserva, está muy bien, con tiendas de todo tipo, restaurantes, un supermercado y un cine. Pero, sin duda, lo mejor de todo, es el mirador que tiene, con vistas a la playa. Es tal vez la imagen más icónica de Lima, el lugar perfecto para ver a las personas haciendo parapente y tomar cientos de fotos.
Hice algo de compras en el centro comercial y luego fui al parque Kennedy, que es en el mismo sector. Es otro espacio también emblemático de la ciudad, con la Iglesia Matriz Virgen Milagrosa de trasfondo. Llegar acá toma unos 15 minutos a pie desde Larcomar, una caminata agradable, viendo cómo se mueve la ciudad, por las ajetreadas avenidas de la capital.
Di una vuelta en el parque y comí algo en uno de los restaurantes que está a los alrededores. No quería alejarme mucho del sector, por lo que, ya entrada la tarde, volví al centro comercial a sacar fotos del atardecer y luego entré al cine.
Saliendo de la película caminé algo más por el malecón hasta el Parque del Amor. Este sector es moderno y agradable, sobre todo en las noches, cuando se prende la ciudad.
Como mi vuelo salía a eso de la medianoche tomé el último servicio del Lima Airport Express, un poco arriesgado, pero en verdad no quería estar con tanta anticipación en el aeropuerto. Llegué bastante bien para tomar el último tramo de mi viaje y llegar a mi destino final.
Esta visita exprés se desarrolló bastante bien. Un recorrido rápido y nada costoso para experimentar algo de Lima fue una gran forma de pasar un layover largo. En verdad aprecio todas las facilidades que te dan para hacerlo y así sumar un destino a un viaje sin ningún inconveniente.